Perrita viaja miles de kilómetros para reencontrarse con su familia

Ciudad de México.- Pipsqueak, la perrita salchicha viajó miles de kilómetros para reencontrarse con su familia tras la emergencia sanitaria por coronavirus.

La perrita salchicha desafió los obstáculos y toda la posibilidad de viajar más de 160 mil kilómetros solo para volver a ver a su familia humana.

La historia de Pipsqueak comenzó cuando la familia Eilbeck encontró a la perrita en Sicilia, en 2018.

Los australianos Zoe y Guy Eilbeck estaban a mitad de su viaje en velero por el mundo junto a sus hijos Cam, de 13 años y Max, de 8 años.

Pipsqueak se adaptó rápidamente a la vida de navegación y pasar tiempo con la familia. La perrita conoció 17 países en total mientras cruzaba el Océano Atlántico.

Sin embargo, todo cambió en marzo, cuando la familia se encontraba en Florida y se anunció el cierre de fronteras por el brote del Covid-19. Entonces, los Eilbeck navegaron hacia Carolina del Sur, en donde abandonaron su bote y tuvieron 48 horas para empacar sus cosas y regresar a Australia.

Ese momento, la familia estaría a salvo, pero las estrictas reglas de importación de mascotas de Australia y el papeleo, esto significaba que Pipsqueak no podía irse con ellos.

La familia sabía que sería un largo proceso, pero no contaban que con la pandemia pararía sus planes.

Entonces, el 27 de marzo, la familia manejó por más de ocho horas hasta Carolina del Norte en donde dejaron a Pipsqueak con una amiga de la familia y se dirigieron a Syndey.

Este hospedaje no pudo ser por mucho tiempo, ya que la mujer tenía dos perros en su granja y no se pudo quedar con Pipsqueak por mucho tiempo, así que buscó a alguien más.

La familia Eilbeck trataban de hacer lo posible por traerla de vuelta. Zoe, se levantaba a las 04:00 horas entre semana para terminar el papeleo que necesitaba para importar un perro de Estados Unidos a Australia.

Pero eso no significó que la familia la dejaran sola, ya que se comunicaban con ella con su nuevo cuidador, quien le tomaba fotos todo el tiempo y las mandaba.

“Para exportar un perro de Estados Unidos, es necesario obtener una declaración de Estados Unidos que indique que el perro está en buen estado de salud y se ha sometido a análisis de sangre específicos relacionados con la rabia. Esto se estaba haciendo en Nueva York, que ahora estaba cerrada. Así que tratar de hacer algo así fue extremadamente difícil”, narró la familia

Tras obtener el permiso, la aerolínea Qantas anunció que ya no transportarían a perros para el país, Zoe entonces hizo una llamada hasta que descubrió que había otra opción: que la salchicha llegara a través de Nueva Zelanda, por medio de la compañía de transportes Jetpets.

Pero para este punto la familia que se encargaba de la perrita en Estados Unidos tuvo que viajar, por lo que dejaron a Pipsqueak en manos de Stacey Green.

Eso no es todo, seguían las constantes cancelaciones de aviones y empezaron a restringir los vuelos para los animales, ya que no pueden volar en el hemisferio norte de mayo a septiembre por el calor.

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La familia no se dio por vencida, y llegó otra alma caritativa, Melissa Young, ella trabaja con la Fundación Sparky y se ofreció como voluntaria para volar a través de Estados Unidos con Pipsqueak.

Young entregó a Pipsqueak a Jetpets, quienes arreglaron el papeleo para enviarla a Auckland a donde aterrizó el 23 de julio. Después, entró en cuarentena por una noche antes de viajar a Melbourne, en donde tuvo que pasar 10 días de cuarentena obligatorio por el Covid-19.

El 3 de agosto el vuelo programado para Sydney se canceló. Afortunadamente Rob, hermano de Zoe, vivía en la ciudad australiana, por lo que pudo cuidar a la pequeña Pipsqueak. Hubo cuatro intentos para transportarla, pero todos estuvieron cancelados.

Finalmente, el 11 de agosto llegó Pipsqueak a Melbourne, luego de cinco meses sin ver a sus dueños.

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