Un Bando de Policía propició la conservación del patrimonio arquitectónico en Morelia

Desde los años del Porfiriato, la Antigua Valladolid fue objetivo de arquitectos europeos para la construcción de edificios que hoy sobreviven como parte del patrimonio monumental  de Morelia. La preservación de este patrimonio, público y privado, fue posible gracias a un Bando de Policía que establecía los criterios de construcción, entre otras disposiciones.

Ricardo Aguilera, integrante del Consejo de la Crónica de la ciudad capital, abordó en su exposición, Modernidad que se negó a mirar hacia fuera. Los constructores que preservaron la composición tradicional de Morelia, dentro del Congreso Miradas Convergentes Sobre la Ciudad, a visión de constructores franceses, alemanes y belgas, en la que mucho aportaron maestros de la cantería y oficiantes de la construcción.

Aguilera destacó a Guillermo Wodon de Sorinne (belga), Adolfo André de Tremontals (francés) y Gustavo Roth (alemán), además de otros constructores criollos, como quienes impulsaron obras como la sede del Primitivo y nacional Colegio de San Nicolás, de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana, la antigua casona de los Anzorena y hoy sede del Congreso del Estado, el Antiguo Palacio de Justicia y el Palacio de Gobierno, Antiguo Seminario Tridentino, entre otros, además de muchas otras mandadas a construir por particulares.

En su exposición, el historiador señaló que la transformación de la ciudad en sus modelos arquitectónicos fue impulsada por la visión de los extranjeros que llegaron a la ciudad, atraídos por su traza urbana, propicia para destacar la monumentalidad de los inmuebles.

Desde 1848 hasta 1874, señaló, prevalecen en la construcción los rasgos originales de una ciudad normada por un Bando de Policía, que marcó las especificaciones respectivas durante la mayor parte del Siglo XIX.

Dentro de lo que denominó “la vieja guardia”, citó a otros constructores, en su mayoría mexicanos y del estado, que mantuvieron la ortodoxia marcada por los ordenamientos, como Rafael Ruiz, Luis Zavala, Benigno Pérez Gil, Pedro Guerrero y Juan Reyes.

En el apartado “Tercera mirada” de su exposición, Aguilera señaló que después de 1910, se inicia la ruptura con el modelo tradicional y ya se incorporan otros elementos en nuevos edificios, tanto públicos como privados, tales como la alteración de vanos y dinteles, donde los elementos triangulares empiezan a ser sustituidos por los rectangulares y circulares, al igual que se empiezan a modificar las fachadas que se resumen en integrar sólo una puerta y una ventana.

El crecimiento de la obra pública, indicó, generó que en 1907 ya se utilizara la dinamita para extraer la cantera de los alrededores de la ciudad, al igual que ya en 1889 la propietaria de un inmueble, abordaba que necesitaba para el mantenimiento de la misma 110 pesos, en tiempos en el que el salario diario era de .30 centavos, mientras que para el ejercicio de la obra pública se disponía de 25 mil pesos.

La tendencia en la construcción de edificaciones sólidas, dijo Aguilera, impulsó la creación de “gremios fuertes” como el de los canteros, albañiles y los cortadores de cantera, entre los que destacó a Estanislao Gutiérrez, Francisco Escalante, Antonio Téllez y Pedro Campuzano.

Personajes ilustres, dijo, no escaparon a la tentación de modificar casas habitación para ubicarlas en la tendencia de la “modernidad”. Entre ellos citó al polígrafo Mariano de Jesús Torres, quien en 1881 modifica su casa para “hermosear” su fachada; a Silverio Caballero, de la Calle del Castaño, quien en 1900, presenta un plano para modificar su domicilio “conforme al estilo moderno”, según explica a quien la evaluó y la aprobó, Salvador Escalante, quien más tarde fuera el iniciador de la gesta revolucionaria en el estado.

Modernidad cuestionada

Como parte de sus conclusiones, Aguilera señaló que “la modernidad no está peleada con el pasado”, a través de “soluciones propias”, lo que le generó comentarios por parte del moderador de la mesa, Ramón Sánchez Reyna, quien le cuestionó que el ser parte del Consejo de la Crónica, lo obligaba a decirle al actual alcalde de Morelia, Alfonso Martínez Alcázar, “no hagas pendejadas”, concretamente sobre el cuestionado proyecto de peatonalización.

Sánchez Reyna abundó al señalar que el Bando de Policía se publicaba y se distribuía, normatividad que calificó como “dura”, al señalar todo tipo de disposiciones, desde el comercio público, la prevención de delitos como la vagancia y la delincuencia, hasta las disposiciones para la construcción y conservación de inmuebles, como el que se debían “enjarrar” en sus fachadas cada dos años o la conservación de los patios centrales, lo cual fue una característica de la arquitectura moreliana en el siglo XIX y principios del XX.

“Había Bando y había autoridad, hoy no hay autoridad”, remató Sánchez Reyna.

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