¿Conoces el origen histórico del atole? aquí te la damos y no con el dedo…
En un tiempo se consideró que el atole era sólo para las clases pobres. Su historia empezó hace 10 mil años con la domesticación del maíz.
Parece que la primera persona que describió lo que es el atole fue el conquistador Hernán Cortés en sus famosas Cartas de Relación. En ellas expuso que los nativos bebían una bebida espesa preparada de maíz, agua, miel y chiles que era muy enérgética.
En ese entonces el mundo prehispánico llamaba a este bebida “atolli” que quiere decir aguado, aunque también se le decía “tol”. Lo empezaban a preparar hirviendo masa de maíz hasta espesar.
Fray Bernardino de Sahagún explica en sus narraciones que “atolli” tiene dos raíces “atl” que significa agua y “toloa” que quiere decir comer o tragar.
Pero la aparición del atole no fue cosa sencilla, podemos decir que su historia inició hace 10 mil años, con la domesticación del maíz y posterior aplicación de la técnica de nixtamalización que permite que el grano se convierta en masa para así empezar a generar atoles.
Cuentan que a los españoles no les agradaba mucho el tol de los aztecas así que en algún momento de la historia empezaron a realizarlo con leche, que es como lo conocemos en la actualidad.
Pese a lo sabroso del atole siempre se le ha considerado una bebida para las clases pobres, así lo dice Francisco Santamaría en su Diccionario de Mexicanismos. Esto porque el chocolate era la bebida relacionada con las clases altas.
De ahí se desprende el refrán caido en desuso: “más vale atole con risas que chocolate con lágrimas”, que quizá hoy en día no lo entendamos muy bien pero para los antiguos mexicanos queria decir que es mejor vivir pobre y feliz que ser rico pero infeliz.
Hoy en día el delicioso atoles se consumen en todos los rincones de México acompañados de unos sabrosos tamales, para que esto ocurriera ya sabes toda la historia que se tuvo que vivir.
Referencias:
-XII Congreso Nacional de Ciencia y Tecnología de Alimentos/ UANL
– Los sinsabores de la modernización alimentaria. El caso del atole de tamarindo en Pichátaro /SEMYRA