El Ayuntamiento de Morelia, un especulador más del suelo: especialista

El Ayuntamiento de Morelia se ha convertido en un especulador más del suelo por los intereses de quienes integran el equipo de Alfonso Martínez Alcázar y los compromisos adquiridos con empresarios, considera el historiador Ramón Sánchez Reyna, donde prevalece el interés eminentemente económico en aras de perder cada vez más una ciudad de valor histórico.

El especialista enlista una serie de obras entre las que incluye el moderno alumbrado a Catedral, y el deterioro en su conjunto de las condiciones del Centro Histórico con la pérdida de su carácter habitacional, más allá del arrase de la zona patrimonial que arbitrariamente y con anuencia de Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dice, al aprobar modificar construcciones y conservar solo las fachadas.

En Morelia, señala, la gran obra de Alfonso Martínez para el Centro Histórico, peatonalizar ciertas calles, por Las Rosas, Palacio Clavijero, “dos grandes espacios urbano arquitectónicos de la ciudad, para beneficiar a unos cuantos comerciantes establecidos, los que controlan la Cámara de la Industria Hotelera y Restaurantera, a ciertos estacionamientos, pero el objetivo principal es acercar a la gente caminando hacia un gran negocio comercial que se llama Cinépolis” y enlaza esta obra con el apoyo recibido por empresarios:

“La familia Ramírez (quien detenta la cadena de cines a nivel nacional y en América Latina), le mete dinero a las campañas de cualquier color, porque hoy ya ni de color podemos hablar, entonces, ¿a quién estás beneficiando?”, se cuestiona. En el caso de la peatonalización, “no hubo una consulta ciudadana, hubo comerciantes grandes, hoteleros, restauranteros grandes de la Avenida Madero, que se acercaron al secretario Antonio Plaza para pedirle conocer el proyecto que se iba a ejecutar en la peatonalización a medias de calles, y les dijo que no lo tenía para mostrarlo, es decir, no había un proyecto elaborado, trabajan sobre las rodillas”.

Había que cuestionar a la UNESCO en su oficina del Caribe, plantea Sánchez Reyna, “si es válido que una ciudad patrimonio mundial, del rango de Morelia, es previsible que se siembren árboles en el piso, como se hizo en la calle del Nigromante, por el rumbo de Las Rosas y Clavijero”.

A dónde va el proyecto de Morelia, “con esa luz aparatosa que le ponen a Catedral y que a la gente le gusta, que es otro negocio más del presidente, como también es negocio llenar de postes de metal la Avenida Nocupétaro, en apariencia para proteger la Ciclovía, cuando hay otras maneras, a que la ciudad de esa manera acelerada, siga perdiendo lo poco que le queda, digamos en las tres manzanas en torno a la gran plaza donde se encuentra la Catedral, pierda su carácter habitacional, haya un giro en el uso del suelo, porque primero, hay tres formas del cambio: el que el propietario venda la casa, que la rente o que la demuela para ser un establecimiento de otra naturaleza”.

Un ejemplo claro de esto último, “es lo que fue el establecimiento fotográfico ´Domínguez. El Artífice de las Damas´, en Galeana y Corregidora; cierran el negocio porque la fotografía alógena ya no es negocio y el junior, el heredero, siendo regidor del Ayuntamiento en una administración de Fausto Vallejo, demuele la casa, dejando solo fachadas y la abre como un estacionamiento público donde difícilmente cabe un carro por el zaguán, y parece ser que la casa ya ha sido vendida a un hotel pequeñito, de cuatro, seis habitaciones, hoteles boutiques como les llaman, a costa de modificaciones, de destrucción de interiores de casas”.

“Ni que reclamarle al INAH”, dice en referencia a la ausencia de la dependencia federal en la protección patrimonial de la antigua Valladolid. Igual ocurre con la Gerencia del Centro Histórico, dependencia del Ayuntamiento, “donde los permisos se otorgan a antojo del presidente, los funcionarios y los regidores cada uno hace lo suyo por su cuenta, para los cuates, para los que pagan bien la licencia que se necesita aunque no sea permisible”.

La Secretaría de Cultura del gobierno estatal, añade, “no ha querido asumir la parte que le toca” a través de la Dirección de Monumentos que dentro del organigrama de la dependencia, y a quien le competería respecto a Morelia, “porque el decreto de diciembre de 1990, decreto federal que declara zona de monumentos históricos, en su artículo V señala, es la federación la que coordina a los tres niveles de gobierno para la preservación, conservación y difusión de su patrimonio; es decir, el INAH y Sedesol, como dependencias federales, en la instancia estatal era Obras Públicas con la Dirección de Monumentos y que hoy le corresponde a Secum, y en la parte municipal, con la hoy Gerencia del Centro Histórico”.

 

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